Una acción es una parte del capital de una
empresa. El valor total de una compañía se divide en acciones
del mismo tamaño, por lo que una acción es una unidad y el accionista es una persona que tiene una parte de
esa empresa, junto con otros cientos de personas (es copropietario de esa compañía).
Ser accionista de una empresa da una serie de derechos como acceder a
información sobre aspectos relevantes
de la compañía o participar de las juntas generales de accionistas (aunque
muchas empresas exigen un mínimo
de acciones para poder asistir a ellas). Los accionistas también tienen derecho a
cobrar los dividendos de
la compañía o a participar de las ampliaciones de capital con derechos
preferentes para comprar nuevas
acciones.
Las acciones tienen un precio que indica lo que tendrás que pagar para
hacerte con una de esas acciones. Con
el paso del tiempo podremos ver todos los días en el mercado si el precio de esas acciones sube o baja. Sin
embargo, aquí hay que hacer una distinción importante. ¿Es lo mismo el precio que el valor de las
acciones?
El gurú de la inversión, Warren Buffett, distingue entre precio y valor al asegurar que “el precio es lo que
pagas y el valor lo que recibes”. Esta afirmación nos permite decir que el valor es el
dinero que nos
reportarán esas acciones dentro de un periodo de tiempo y siempre teniendo en cuenta el
riesgo que tiene esa
compañía (su negocio, las perspectivas para los próximos años de su sector, sus previsiones de
beneficios…).
Por tanto, hay que tener presente que una cosa es el precio que marca cada día nuestra acción en el mercado
y, otra bien distinta, el valor que puede tener esa misma acción en un momento dado. Así, podemos encontrar
acciones que tengan una alta valoración por parte de los analistas (esperan que vayan a subir en los
próximos meses) pero en las que esas expectativas todavía no estén reflejadas en su precio (siguen estando
baratas para lo que se espera de ellas).