Ocho previsiones de los expertos para 2025 Con el año recién empezado, muchos se preguntarán qué se espera que pase en el mundo de la inversión en 2025. La buena noticia es que los analistas llevan dos meses explicando sus previsiones para la economía y los mercados. ¿Para qué sirven estas previsiones? Son un ejercicio útil para pararse y ordenar las ideas, y a algunos inversores les da una sensación de control que les permite dormir más tranquilos. Como no todos los analistas ven las cosas de la misma manera, vamos con un ranquin de las previsiones para 2025, ordenadas de mayor a menor consenso. 1. Los tipos de interés van a bajar Este es el punto acerca del cual hay más consenso. La inflación ya no quita el sueño a los bancos centrales ni a los gobiernos, y las economías empiezan a flojear. Por eso, este otoño los bancos centrales empezaron a recortar los tipos de interés, para evitar sufrimiento innecesario a las empresas y las familias. En Europa, el tipo de interés de referencia ha caído del 4,00 % al 3,25 % y se espera que llegue al 1,75 % en 2025. En EE. UU. bajaron del 5,50 % al 4,50 % y apuntan a un 4,00% a final de año. El recorte puede ser mayor o menor del previsto hoy, pero la dirección es clara y ni el efecto de Trump, ni la tensión en Oriente Medio deberían cambiarlo. Las implicaciones de estas bajadas llegan a todos los rincones del mercado: las hipotecas bajarán, los precios de la vivienda subirán, las empresas ganarán más al pagar menos por su deuda, los bonos que ya hemos comprado valdrán más, y las empresas podrán invertir a costes más razonables. 2. No habrá recesión A estas alturas, con el paro aún cercano a mínimos históricos en Europa y Estados Unidos, puede parecer obvio, pero no lo ha sido hasta hace pocos meses. Los analistas llevan tres años pronosticando la recesión, y por eso el año pasado las recomendaciones de inversión funcionaron mal. 3. La bolsa irá bien La teoría dice que en una recesión hay que alejarse de la bolsa. Los más cautos, que siguieron esta teoría, se han perdido la rentabilidad mayor del 20 % que ha generado la bolsa mundial en 2024. Para 2025 las recomendaciones son opuestas: la bolsa es el activo más recomendado por la mayoría de los analistas, principalmente porque se esperan incrementos del beneficio de las empresas del 12% en EE. UU. y del 8% en Europa. El consenso de Bloomberg para los índices apunta a que el S&P 500 cerrará en 6.600 puntos y el del EuroStoxx 50 en 5.060. 4. Trump es bueno para la bolsa americana y malo para el resto Las empresas americanas se beneficiarán de menos impuestos, menos regulación —sobre todo el sector financiero, que es enorme dentro del segmento de pymes— y menos competencia, gracias a las barreras comerciales (los famosos aranceles). El lado negativo es que se enfrentarán a tarifas y restricciones para importar (Trump ya amenaza con un 25% de aranceles a Canadá y México, sus principales socios comerciales) y para exportar, cuando los países afectados adopten represalias. Fuera de EE. UU., las empresas se enfrentan a los mismos problemas, pero no tienen ninguno de los beneficios. En su conjunto la bolsa mundial gana, dado que las empresas americanas representan casi dos tercios de la capitalización mundial. 5. Las “7 magníficas” ya no tirarán del carro La tecnología, sector que ha concentrado las ganancias en los últimos años, liderado por las “7 magnificas” (Apple, Microsoft, Amazon, NVIDIA, Alphabet/Google, Meta/Facebook y Tesla), ya no da para más. El primer argumento es que ha aumentado la concentración hasta su nivel más alto en la historia: diez empresas representan más del 35% del valor total del S&P 500. El segundo, esas empresas están muy caras. Su valoración ha crecido mucho más rápido que sus beneficios, y por eso su PER (que calcula algo así como “cuánto me cuesta cada euro de beneficio futuro”) está por las nubes. El euro de beneficio de 2025 de estas empresas se paga a 27 euros, mientras que el equivalente europeo se compra por menos de 15. Y el tercer argumento cierra los anteriores: los precios y la concentración están tan alejados de la media histórica, que en algún momento tendrán que revertirse. Este argumento es flojo, pero es lo suficientemente convincente como para que mucho dinero se esté desviando a los fondos especializados en empresas pequeñas, y a los fondos equiponderados, en los que todas las empresas tienen el mismo peso en la cartera. Es decir, una cartera en la que la mayor empresa del S&P 500 (Apple, 7 % del total) y la menor (Amentum, 0,01 % del total) tienen el mismo peso, un 0,2 % cada una, invierte proporcionalmente mucho más en las pequeñas, porque deberían crecer más. 6. Trump perjudica a los bonos americanos, con lo que las potenciales ganancias no están claras A estas alturas de la lista, el acuerdo entre analistas es mucho menos unánime, pero al menos la mitad de ellos mencionan este punto. Si las políticas de Trump aumentan mucho el gasto de EE. UU., y no suben los impuestos o reducen el gasto en otras partidas para compensarlo, la única forma de financiarse será pedírselo al mercaod, emitiendo deuda en grandes cantidades. Cada bono nuevo reduce el valor del que ya ha sido emitido, y algunos analistas dudan de si los bonos ganarán, que sería lo normal con los tipos cayendo. 7. La geopolítica está más abierta que antes La probabilidad de que China invada Taiwán aumenta con Trump, pero también la de que se firme un acuerdo de paz en Ucrania. El pensador Nassim Taleb diría que las colas de la distribución se han vuelto más gruesas. Para los inversores significa que puede ser prudente guardar más dinero para imprevistos. 8. El petróleo no pinta bien La desaceleración económica, combinada con la electrificación en algunos países como China hace que se necesite menos petróleo en 2025. La OPEP estimaba hace unos meses que en 2025 la demanda crecería 2,2 millones de barriles diarios. Ya ha recortado cuatro veces la estimación, que calcula ahora en 1,8 millones. El segundo, esas empresas están muy caras. Su valoración ha crecido mucho más rápido que sus beneficios, y por eso su PER (que calcula algo así como “cuánto me cuesta cada euro de beneficio futuro”) está por las nubes. El euro de beneficio de 2025 de estas empresas se paga a 27 euros, mientras que el equivalente europeo se compra por menos de 15. Y el tercer argumento cierra los anteriores: los precios y la concentración están tan alejados de la media histórica, que en algún momento tendrán que revertirse. Este argumento es flojo, pero es lo suficientemente convincente como para que mucho dinero se esté desviando a los fondos especializados en empresas pequeñas, y a los fondos equiponderados, en los que todas las empresas tienen el mismo peso en la cartera. Es decir, una cartera en la que la mayor empresa del S&P 500 (Apple, 7 % del total) y la menor (Amentum, 0,01 % del total) tienen el mismo peso, un 0,2 % cada una, invierte proporcionalmente mucho más en las pequeñas, porque deberían crecer más. Con estas notas se podrían resumir las principales expectativas de los analistas para el año que viene. Si las releemos a finales de 2025, probablemente, sólo se parezcan remotamente a lo que ha pasado y nos ayudarán a entender lo difícil que es predecir las decisiones humanas, y para recordar por qué casi siempre es mejor invertir sin estar muy pendientes del corto plazo. Diversificación y largo plazo suponen el 80% del éxito.
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