¿Qué son y cómo funcionan los depósitos?
Los depósitos representan en el mercado
bancario lo que los automóviles ‘turismo’ en el mundo del motor: el producto más extendido,
el sustrato sobre el que se asienta el resto del negocio.
Estos contratos también son fundamentales para la economía en su conjunto. Es tal su importancia, que el
volumen de depósitos es una variable más en la salud financiera de una sociedad. El
motivo es que son mucho más que simples cuentas donde dejar el dinero: ayudan a mantener el valor del
dinero actualizado, reduciendo el efecto de la inflación.
¿Qué son los depósitos bancarios?
Un depósito bancario es un contrato en el que un banco o caja se compromete
a guardar el dinero del cliente por un tiempo determinado. Los tipos de depósitos más
comunes son dos: los depósitos a la vista y los depósitos a plazo.
Las cuentas corrientes o de ahorro son depósitos a la vista: permiten al cliente retirar su dinero en
cualquier momento, porque el plazo es indefinido. En el caso de los depósitos a
plazo fijo, por el contrario, el dinero debe mantenerse hasta que termine el contrato para conseguir
la rentabilidad ofrecida (que suele ser mayor que en los depósitos a la vista).
Al terminar el plazo fijado, el ahorrador recibirá su dinero de vuelta, más los intereses que haya
generado. Aunque no siempre se pagan al final del plazo, a veces se van recibiendo poco a poco durante
la vida del depósito.
El término ‘a plazo fijo’ para referirse a los depósitos está en desuso. En su lugar, suele aludirse al
período de duración concreta del contrato: ‘depósito a 18 meses’ o ‘depósito a dos años’, por ejemplo.
Ventajas de los depósitos bancarios
Se trata de uno de los productos financieros más seguros y accesibles para los ahorradores.
Las cantidades guardadas están garantizadas por el Fondo de Garantía de Depósitos
(FGD) hasta 100.000 euros, por lo que en caso de quiebra o descalabro de cualquier tipo,
los ahorros están respaldados por el Estado. Así, su penetración en el mercado es enorme, pese a que su
rentabilidad es muy inferior a la que pueden ofrecer otros productos de mayor riesgo, como las acciones.
Por otro lado, y como ya se ha dicho, los depósitos bancarios prestan un servicio financiero básico al
actualizar parte del valor de los ahorros, que de otro modo se
depreciarían demasiado debido a los efectos de la inflación.
Intereses de los depósitos bancarios
Existen diferentes
tipos de interés, pero en el contexto que nos ocupa, este concepto
representa el porcentaje de ganancia que recibirá el cliente por el depósito. A esta
rentabilidad fija que se ofrece para el dinero depositado se le denomina Tipo de
Interés Nominal (TIN), que es, en definitiva, lo que nos paga la entidad financiera.
Sin embargo, puede haber gastos o comisiones asociadas a la contratación del depósito. O puede ser que
pague intereses cada 3 o 6 meses y ese dinero extra se incorpore al depósito, generando nuevos
intereses. Estas dos posibilidades se recogen en la Tasa Anual Equivalente
(TAE), que es la cifra que indica la rentabilidad anual efectiva del depósito. Esta cifra
tiene que estar incluida en todas las ofertas de depósitos y nos permite elegir la que nos genere más
intereses.
¿Cómo calcular la rentabilidad de mi depósito?
La TAE se obtiene aplicando el TIN al dinero depositado, ajustando el resultado al plazo y quitando las comisiones o gastos que le sean aplicables. Entenderemos mejor la fórmula con un ejemplo.
Supongamos que hemos contratado un depósito de 10.000 euros a tres años, con un TIN anual del 1,5 % y una comisión anual del 0,1 %. El 1,5 % de 10.000 equivale a 150 euros de intereses cada año, cantidad que tendremos que multiplicar por los años del plazo (3), lo que nos da como resultado final 450 euros de intereses. Restando tres años de comisiones (10 euros anuales x 3 años = 30 euros), nos quedan 420 euros de intereses, que equivalen a una TAE del 1,4 %. Este es el número que nos permitirá comparar con otros depósitos.
En cualquier caso, para saber la cantidad final que recibiremos de intereses hay que restar también los impuestos, que no están incluidos ni en el TIN ni en la TAE.
¿Se puede sacar el dinero de un depósito?
Si el depósito es a plazo fijo, el cliente no podrá retirar sus ahorros hasta que concluya el
período pactado en el contrato. Si por cualquier motivo el cliente decide sacar el dinero antes,
tendrá que asumir una penalización económica (normalmente recibirá el
dinero que metió inicialmente, sin intereses).
En los depósitos a la vista no hay problema, porque el dinero está disponible en todo momento.
¿Tributan los beneficios de los depósitos bancarios?
Los depósitos conllevan una carga fiscal, pero lo que tributa no es, en
ningún caso, el dinero ingresado, sino la rentabilidad obtenida a través de los intereses.
El banco retiene y entrega a Hacienda de forma automática el 19 % de los intereses
recibidos, aunque puede que al hacer la declaración de la renta haya que pagar algo más si se han
recibido otros intereses, dividendos… En este post
explicamos con detalle la fiscalidad que se aplica a este producto.
¿Es buena idea invertir en depósitos bancarios?
Al tratarse de un producto simple y de rentabilidad asegurada, el depósito
resulta perfecto para el ahorrador cuyas prioridades son la seguridad y la sencillez.
Un depósito a plazo fijo es una forma ideal de sacarle partido al dinero que no vayamos a necesitar a
corto/medio plazo. En general, cuanto mayor es el plazo del depósito, mayor rentabilidad ofrece, por lo
que antes de contratarlo hay que estar bien seguro de que ese dinero no lo vamos a necesitar hasta el
vencimiento.