La banca ante los tipos de interés bajos
Empecemos por el principio: ¿qué es el tipo de interés?
El tipo de interés es simplemente el precio del dinero. Un precio que está determinado por la oferta y por la demanda: cae cuando hay mucha oferta de dinero (por ejemplo, cuando el banco central imprime dinero y se lo da a los bancos para que presten, como ocurre ahora) o cuando hay poca demanda (pocas las familias y empresas interesadas en pedir prestado, como también ocurre ahora). Por el contrario, subirá si por algún motivo el dinero escasea o si muchas empresas o familias deciden pedir prestado al mismo tiempo.




Existen muchos tipos de interés diferentes: El tipo de referencia del Banco Central Europeo, el que en las noticias suelen llamar “el precio oficial del dinero”. Es el que pagan los bancos para pedir prestado al banco central. También está el tipo de la facilidad de depósito, que es el que reciben los bancos cuando guardan el dinero que les sobra de un día para otro en el banco central. Por otro lado tenemos el euríbor, que no es más que el precio medio al que los bancos europeos se dejan dinero entre ellos (y que determina el precio de las hipotecas). Y además, los tipos que se aplican a los créditos al consumo (los que se piden para comprar un coche, por ejemplo), los tipos de cuentas a la vista (nuestra cuenta de ahorro) o los de los depósitos a plazo (lo que nos paga el banco si dejamos el dinero en un depósito durante un tiempo), etc.

Todos son versiones de lo mismo y por eso se mueven de manera conjunta. Especialmente en los últimos años, hacia abajo. Para las familias esto tiene consecuencias positivas (las hipotecas se abaratan) pero también negativas: el ahorro depositado en el banco no genera intereses. ¿Por qué están cayendo los tipos de interés? No podemos atribuir la bajada de tipos a un solo motivo, sino más bien a una combinación de factores (que enumeramos a continuación). Cada uno de estos factores hace que el ahorro suba, que los precios bajen o que la economía se desacelere. A veces, incluso, las tres cosas al mismo tiempo. El resultado final es que los tipos de interés bajan (o que no crecen). El proceso no es reciente, lleva ocurriendo unos cuarenta años.
Son cuatro los factores principales que influyen en la caída de tipos de interés: El envejecimiento. La población mundial envejece y ahorra mucho más en porcentaje y volumen que hace treinta años. Todo este dinero se acumula en bancos y busca dónde invertirse. Las opciones para invertir (acciones, bonos, pisos…) no han crecido tan deprisa como el dinero ahorrado. En definitiva, no hay demanda para tanto dinero. Además, al envejecer, estos países crecen menos. Hay menos personas trabajando (uno de los motores de crecimiento es el tamaño de la población que trabaja) y crece menos la productividad. Factores geopolíticos. En las últimas décadas, China se ha incorporado a los mercados mundiales. Su población (casi el 20 % del mundo) ahorra mucho más que la media mundial y ese dinero ha inundado bancos chinos y americanos. De nuevo, mucho dinero disponible para tan poca inversión. Además, han sido capaces de proveer al resto del mundo con productos baratos, contribuyendo a frenar la inflación. Con precios bajos, los bancos centrales están obligados a mantener los tipos bajos para estimular el crecimiento.
Factores tecnológicos. La tecnología ha conseguido abaratar gran parte de nuestra cesta de la compra, como ordenadores y teléfonos. Además, ha servido para que los salarios mundiales no se disparen: las empresas tecnológicas, que dominan la economía mundial, requieren mucha menos mano de obra que las empresas industriales de hace 50 años. Las crisis recientes. Como la de 2008 o la pandemia de 2020. Estas crisis no son la causa de los tipos bajos, pero sin duda influyen en ellos al obligar a los bancos centrales a mantener los tipos de interés reducidos para ayudar con la recuperación. Además, han tenido que utilizar herramientas alternativas, como la compra de bonos, que contribuyen aún más a que no suban los tipos. En resumen, son varios factores los que o bien aumentan el dinero disponible o bien frenan el crecimiento y la inflación. La consecuencia: tipos de interés bajos.
¿Qué implica que bajen los tipos de interés para los bancos? Te contamos el impacto que tiene la caída de tipos de interés en los bancos
Los bancos viven principalmente de asumir y gestionar el riesgo. Reciben dinero de sus clientes, analizan cuál es su mejor uso y lo prestan a otros clientes. Sus ingresos proceden de la diferencia entre lo que pagan al ahorrador y lo que cobran al que pide prestado. Pero con la gran oferta de dinero actual, sumada a la poca demanda, ahora son incapaces de cobrar tipos elevados.
Además, como cualquier empresa, los bancos tienen costes operativos y regulatorios fijos que no bajan aunque caigan sus ingresos. En estos momentos, la mayoría de bancos no genera los suficientes ingresos como para poder remunerar el dinero que los ahorradores depositan en sus cuentas (y, en algunos casos, tampoco para cubrir esos costes fijos).
A esto se suma que el Banco Central Europeo, con el objetivo de empujar a los bancos a prestar la máxima cantidad de dinero a familias y empresas, ha impuesto tipos negativos al dinero que los bancos no consiguen prestar. Es decir, los bancos ahora tienen que pagar por cada euro no prestado, aunque la causa sea la menor demanda de hipotecas y de préstamos.
En un contexto de ingresos que caen y costes que suben, los bancos necesitan reducir costes para poder seguir ofreciendo los servicios bancarios que necesitan y esperan sus clientes. Entonces, ¿qué alternativas tienen?
Recortar costes operativos tradicionales. Este es el motivo por el que en España los bancos han cerrado miles de oficinas bancarias y han prejubilado a miles de empleados. Incrementar la productividad y la eficiencia. O bien digitalizándose o bien aumentando su tamaño a través de fusiones. Compartir costes con los clientes. Aunque es el último recurso al que se suele acudir, se hace casi siempre poniendo o incrementando las comisiones en las cuentas corrientes y de ahorro, o, como estamos empezando a ver en Europa, aplicando tipos de interés negativos.
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